11.18.2014

Porque después de leer esto, llevarme una mano a la boca y respirar profundamente. Aún no soy feliz con mayúsculas. Aún necesito que un huracán me lleve otra ciudad como le llevó a Dorothy. Sin embargo, me parece precioso. Recomendado leerlo. Y espero que algún día te recuerde así.

Que ella siempre lo tuvo muy claro. Que siempre supo que quería un hombre de traje y corbata. Un hombre en zapatos y coche elegante. Ingeniero, abogado, arquitecto o tal vez un empresario. De esos que te separan la silla para que te sientes y que te abren la puerta constantemente. Un hombre que practique deporte y que tenga paciencia. Que te enseñe lugares nuevos, ponga velas en las cenas y baile contigo. Un caballero que sepa hacerte reír. Que ella siempre lo tuvo muy claro…
Y entonces apareciste tú. Y pusiste sus ideales patas arriba.  Desordenaste su vida, su cabeza y hasta su cama. Te presentaste por sorpresa sin zapatos y a pie. Caminabas firme, eso sí. Y tú como Fito. “el colegio poco me enseñó, si es por el maestro nunca aprendo la lección…Todo lo que sé, me lo enseñó una bruja.”  O en tu caso, varias. Que en tu curriculum no había másters ni idiomas. Pero si había muchas sillas que separaste y muchas puertas abiertas. Que tu deporte favorito era…en fin, que tampoco tenías paciencia y todo tenía que ser como tú quisieras. ¿Que le enseñaste lugares nuevos? Sí,  los de tu cuerpo. Que desconozco si sabes lo que es una vela y de bailes mejor ni hablemos.
Y sin embargo, le hiciste reír. Y como decía Ángeles Mastretta,  “Se enamoró como se enamoran siempre las mujeres inteligentes: como una idiota.” 
Me contó que durante un tiempo fue feliz. Que no necesitaba más.  Que jamás tirabais la toalla, y si lo hacías era para ducharos juntos. Que eras un hombre de esos que te estropean el pintalabios y no el rimmel. Que vivió su cuento de príncipes y princesas. Y ella era la protagonista. Que le daba igual el resto del mundo.
Y para boba ella. Que confió en ti, se creyó tus historias, tus hazañas y tus buenos propósitos. Que dejo de lado sus principios y se lanzó a la piscina. Piscina que todos vimos vacía, pero ella siempre se las dio de valiente…
Y eso lo que les  pasa a las personas valientes, que alguna vez se tienen que dar contra el fondo. Que todo depende de cómo de profunda sea la piscina, pero cuanto más profunda mejor, porque no volverás a darte contra ese fondo.
Qué todo el mundo comete errores, y tú fuiste su gran error o quizá su mayor acierto. Que ahora que ha pasado un tiempo, me encanta que hayas sido su piscina vacía, su error, o cómo quieras llamarlo. Que te resultará irónico, pero tengo que darte las gracias. Que gracias a que le hiciste sufrir, a tus idas y venidas, a tus aires y desplantes, ahora ella es feliz. Feliz en mayúsculas. Feliz de verdad.

1 comentario:

Soldadito Marinero dijo...

Muy bonito! pero ya no vuelves por aquí :(